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¿Quién Soy?

maria del mar rodriguez simón

Curriculum Breve

Programación Neurolingüística por IPH, 2002 – 2004.

Constelaciones Familiares por  numerosos nacionales e internacionales terapeutas.

Moving with the Spirit- Mind con Bert Hellinger 2001,2008,2009- 2010 y Mª Sophie.

Coaching Sistémico y Constelaciones Organizacionales, 2004-2010, por Gunthard Weber, Tiiu Boltzmann e Ilse Schwend, Dr Klaus Peter-Horn y Regine Brick, Alfonso Malpica, Cecilio Regojo, Dr. Frank Ruppert, etc.

Pedagogía Sistémica con Angélica Olvera y Amparo Pastor, 2005. 1er. encuentro internacional de Pedagogía Sistémica, CUDEC- 2005.

Flowing through transitions, 2006;  Coaching y PNL empresarial, 2012 con Robert Dilts.

Certified International N.L.P. Coach, 2009 con John Grinder y Carmen Bostic.

Neuroeconomía, 2013. 

Actualmente combino en mi actividad profesional con formación para profesionales. 

Colaboraciones

Actualmente en Instituto Siko como trabajadora autónoma.

Academia Fuero 11, Colegio de Psicólogos de Castilla y León, Cruz Roja, Asociación Alenhi, Fundación de Acción Social de Tutela de Castilla y León, Feclem, Fundación Carflor, Universidad de Valladolid, Sección de Formación del PAS, Secot-León, Karmen y Gar S.L., Andbank…

Actualmente a nivel internacional con Constelaciones Ecuador con Mónica Castrillón y en México con Anylhu Hernández y Edgar Romero. 

¿Por qué las Constelaciones Familiares en mi Vida Personal y Profesional?

Para introducir al lector en mi proceso de cambio creo necesario poner mis antecedentes.   En mi primer año de matrimonio acudimos mi marido y yo a un psicólogo para trabajar los problemas que teníamos en nuestra pareja, que a pesar del amor que nos teníamos, no solventaba ni facilitaba nuestra convivencia y nuestro amor cada vez se hacía más difícil de hacerlo perdurar. Así que decidimos pedir ayuda con la confianza en que un tratamiento psicológico nos ayudaría. No sentimos que fuimos ayudados.

Ahora reconozco que la petición de ayuda nos hizo conocer la necesaria  humildad de reconocernos uno ante el otro como distinto y a la vez iguales. Distintos en el sentido que venimos de dos familias diferentes, iguales en el sentido que somos hijos, hermanos, sobrino/a, nieto/a, vale decir,  vinculados a nuestras familias del mismo modo, por la vida misma en toda su plenitud y la trascendencia de nuestro sistema a través de otra persona más al nacer.

 

-Volviendo a la ayuda que necesitábamos. La verdad es que sí nos ayudó, pero, no en el sentido que esperábamos.

 

¿Qué esperábamos de esta consulta con un psicólogo?

Esperábamos que nos dijera cuál era el problema que teníamos, cuál era la solución para aplicar  y que nos resultara fácil nuestra convivencia, ya que el amor y atractivo físico entre los dos, no cabía ninguna  duda de que lo había. En resumen, deseábamos  una receta mágica, como cuando era niña, en mi caso,  mi mamá o mi papá me decían cuando y como sería buena y así me querrían.

 

-El psicólogo nos escuchó en aquella primera y última  sesión. Yo lo recuerdo como inquieto y casi enfadado con nosotros por lo que explicábamos que era nuestro problema. Y la intervención y solución aportada en ese primer momento es que nos fuéramos a casa, que éramos unos chiquillos, por aquel entonces nuestra edad era de 23 años,  y que no teníamos ningún problema entre nosotros, que si persistíamos en estos problemas que acudiéramos a un abogado y que nos asesoraría legalmente sobre nuestra separación y así nos quedábamos en paz.

 

-La sorpresa fue mayúscula ¿no podía nuestro amor superar la crisis que teníamos y que tanto conflicto nos daba?

 

-Nuestras familias respectivas sabían que era lo mejor para nosotros: para una parte, nuestra separación y para otra era lo que decidiéramos nosotros.

Nadie nos aportaba nada que pudiera convencernos de que nuestro amor, aún sin acabarse en nuestra tormentosa relación de pareja, haría imposible de superar nuestras crisis.

El tesón, el desconcierto de no encontrar ayudador/es  nos obligaba a volver a intentarlo, esta vez, con otra psicóloga que nos escuchó, que intento modificar nuestra conducta individual de uno con el otro, que intento enseñarnos que el lenguaje utilizado en nuestras discusiones y  acusaciones provocaban más daño entre nosotros y la ruptura era lo que nos daría paz y calma. El duelo de perdernos, con el tiempo se aliviaría tanto, que sería nuestro amor un recuerdo frágil en nuestra memoria.

Hasta aquí todo el periplo de nuestra búsqueda de terapia para hacer que funcionara nuestra relación y así nos encontramos ya en el segundo año de matrimonio. No sé cómo lo hicimos, pero, seguimos juntos con bastantes recriminaciones y falta de respeto sistémico, que ahora reconozco,  hacia la familia de mi marido, por mi parte, al menos.

La solución pasó por la ruptura. La ruptura fue con la familia de mi marido, en la que yo quede fuera durante unos años y esos años fueron de paz para nosotros y para mi marido con el añadido de dolor. Ahora reconozco que la paz es otra cosa. 

Como el destino escribe líneas rectas por caminos torcidos, en esta ruptura, nuestro amor supero algunos de los baches más infranqueables de pareja y empezó a instalarse el respeto a la vida tal como nos ha sido dada. Claro que por entonces, no podía describirlo con estas palabras.

Él dedicaba tiempo a su familia y yo no le recriminaba ese tiempo, yo sentía el dolor que sobrellevaba para tenerme a su lado. Y así pasaron los dos primeros años de mi matrimonio y se fue asentando nuestra relación de pareja, la cuál nos convirtió en padres.

Poco a poco la tensión entre su familia y yo se alivió y nuestro amor se hizo más fuerte.

Y después de unos años, en aquel taller de pareja en Barcelona, con Bert Hellinger como terapeuta, en el 2001 vimos una constelación en la que yo sentí mucha inquietud y mucha desazón. Bert Hellinger  permitió hacer preguntas a algunos asistentes.

El lector ha de conocer algunos detalles para comprenderlo. Yo en aquel taller me sentía mal, había muchos psicólogos y casi avergonzada de estar entre tantos profesionales, yo que solo había acabado COU y que la universidad no había sido, ni nunca sería para mí. Para eso había que saber mucho, ser mucho más inteligente que yo, pero sobre todo, mucho más rico que mi familia de origen, mucho…y mejor que yo en todo.

 

-“Las niñas no van a la universidad” frase lapidaria, sino se contemplan las circunstancias que mis padres tienen para elegir al único hijo varón para ir a la universidad, debido al contexto social y económico. Mi padre nacido en 1929 y mi madre en 1936 y sus trabajos: ferroviario y sus labores, según se nombraba a la mujer que se dedicaba a la familia en aquel entonces, hacía imposible el acceso universitario a todos sus hijos vivos, 4 mujeres y un varón.

Olvera (2011) afirma:“ Cada generación construye su propia y particular estructura de valores a partir del momento histórico que protagoniza y del lugar en el que se desenvuelve” (p 42)

Hace años, desde la mirada de las constelaciones familiares, he entendido como mi hermano varón, no podría con este legado sistémico y nunca fue a la universidad. He de decir que encontró su feliz desarrollo profesional.

 

-Mis padres también contemplaron para mí y mis hermanas, la necesidad de darnos una profesión que nos diera nuestra independencia económica y así nunca encontrarnos con una difícil situación personal debido a la dedicación exclusiva a la familia.

Volviendo al turno de preguntas de aquel taller de 2001. Yo no podía estar tranquila sin preguntar. Para superar mi miedo ante tanto erudito y ante Bert Hellinger, escribí y reescribí la pregunta para que la gramática fuera correcta, sujeto, predicado y complementos 😉

¡Uff!  lo había logrado y levanté mi mano, casi con la esperanza que entre tantas personas, como 400, según mi percepción del total, no me vería. Y sí me vio.

Se me permitió hacer la pregunta y me pongo en pie, la leo y por fin, suspiro aliviada “he hecho la pregunta y ahora tendré una respuesta aclaratoria y que me dará una solución de pareja,” que no había esperado necesitar encontrar al acudir al taller y que ahora se hacía totalmente necesaria para mi paz interior, como mujer en pareja.

 

El lector/ a se estará preguntando cuál era mi pregunta.

Aquí va mi pregunta: “en esta constelación se ha visto que el hombre ha respetado a la familia de su mujer, pero, esto es aquí, ¿qué va a pasar cuando vuelvan a casa? Seguro que el marido se olvidará y volverá a ser lo mismo.

 

Y aquí llega la respuesta que Hellinger me dio: “una pregunta escrita no es una pregunta”

El nerviosismo, la ansiedad de quedarme sin respuesta hizo que mis palabras se convirtieran en un galimatías, que la traductora ni sé cómo pudo llegar a traducir, o al menos, intentarlo. Y seguí en mi intento de decir la pregunta de modo que fuera mi pregunta, pero, que no fuera lo escrito.

En mis balbuceos, Bert Hellinger ¿me entendió?

Sí, con toda la rotundidad afirmo que me entendió y su segunda respuesta para mi pregunta fue:

Si no es asunto tuyo, no te interesa. Vayamos a hacer la pausa para el café.

-Todo el auditorio se río al unísono. Yo no me enteré, hasta que mi marido me lo hizo notar: todo el mundo se ha reído

 

¿Qué querías preguntar? ¿Qué has preguntado?…

 

-Sí, ya tenía la respuesta y otra pregunta estaba en mí ¿cómo pudo aquel hombre poner su mirada en mí, que aún muy alejada de él, yo noté sus ojos cerca de mí, una mirada, que me tranquilizo como si fuera que sólo hablara a mi alma y la distancia en metros, se había volatilizado.

 

-Tal fue el desconcierto que produje incluso a la traductora, Silvia, que se acercó a mí para darme otra oportunidad después del café, así yo podría tranquilizarme y decir la pregunta que necesitaba encontrar una respuesta para mí. 

 

Sentí agradecimiento en ese instante, por su impecable trabajo y por su amabilidad hacia mí, insignificante asistente: ni terapeuta, ni psicóloga, ni con una trayectoria vital interesante, me decía por aquel entonces,  para que alguien de esa talla se ocupará de mí en ese taller.

Así encaje, por fin, lo que había buscado y buscado en la terapia  seguida, que narré al principio.

-Encontré  mi amor y tranquilidad con mi marido desde el aprendizaje más sutil y sencillo que tanto impacto produjo en mí: el respeto que le debía a su familia, la mejor para él, con los mejores padres para él,  que le habían hecho nacer, crecer y desarrollarse en su seno, al hombre que hoy era mi marido. 

La ley de la pertenencia, sí, unos de los órdenes del amor, que impulsa a la reconciliación con el respeto a todo y a todos tal como son.

 

-Después del café, nos colocamos aún más alejados del lugar donde se desarrollaban las constelaciones. Y yo seguí con mi respuesta, que por si se me olvidaba, anoté en un cuaderno, que nunca más he necesitado leer para recordarla.

 

-Sentí, a la vez,  que yo tenía que empezar a reconciliarme con mi madre, a la que menos mi nombre, que fue elección suya, le había reclamado todo. Esa fue la primera y gran aportación de las constelaciones familiares a mi vida: La necesaria reconciliación con mi madre  y el respeto del amor de mi marido hacia su familia de origen.

Aún con todo lo que tenía pendiente, yo ya estaba tranquila, serena, lo había logrado entender.

Y llegó el final del taller, donde tenía que recoger un diploma acreditativo de mi asistencia.

Si mi memoria no me engaña, fue al final la entrega,  aunque al escribir estas líneas, me parece que fue al recoger la acreditación que me dieron, la factura del taller y el diploma de asistencia, mío y de mi marido, aunque esto no es importante para lo que sucedió.

 

-No lo quiero, no lo necesito, yo no voy a hacer nada con ello, así le decía yo a la persona que insistía que tenía que recogerlo también. Por su insistencia lo recogí, casi por hacer el favor, a esa persona y no crearle problemas con su trabajo si yo no recogía el diploma.

 

-Mi inconsciente estaba ya intuyendo el nuevo camino que mi vida iba a tomar y el esfuerzo personal, el tiempo, el amor que mi marido iba a poner en ese nuevo horizonte, que aún estaba sin ser visto ni para mí, ni para nadie de los que me conocían.

El rumbo personal, familiar y profesional que se estaba construyendo con aquella experiencia de los órdenes del amor, como Bert Hellinger los nombró en ese taller.

¿Mi inconsciente rechazaba el cambio que me suponía los nuevos descubrimientos? Por el nuevo camino que tendría que recorrer, personal, académico y profesional que ahora puedo disfrutar.

Así como las distintas formaciones con variados formadoras/es, los distintos lugares y viajes a los que tendría que hacer frente, la decisión de formarme académicamente como psicóloga, hecho que realice a través de la universidad española a distancia UNED, del 2004 al 2010.

-En este camino he contado con el respeto y apoyo, tanto de mi familia extensa, como de mi propia familia: mi marido y mi hijo. Por aquel entonces, mi hijo era adolescente y la sorpresa de que su madre decidiera ir a la universidad, que calculando a voz de pronto, coincidiriamos como estudiantes universitarios, unos años más tarde. 

En ese tiempo seguí cursos tanto académicos como extra-académicos. Formaciones en programación neurolingüística, constelaciones familiares, pedagogía sistémica, coaching, simultáneamente con mis estudios académicos y facilitando  talleres breves, de constelaciones familiares,  que me motivaban para seguir, en el casi exhaustivo trabajo (así me sentía) de acabar la licenciatura en seis cursos académicos.

Respetar los principios de jerarquía, pertenencia y equilibrio entre el dar y tomar de la teoría general de sistemas,  estaba siendo una experiencia personal como adulta, a veces, mayor en edad, que los profesores que me examinaban y aun así, menor ante su formación y destrezas profesionales corroboradas, al menos, por sus títulos universitarios y experiencia  profesional.

Si estás en orden, la vida te ayuda, es como un mantra que me ha mantenido despierta y consciente, en muchas ocasiones.

 

-La ocasión se presentó cuando un día sin hacer nada para ello, una periodista se puso en contacto conmigo, quería entrevistarme sobre mi trabajo con constelaciones familiares.

La entrevista fue televisada por el canal de TV León, mi ciudad. Duró cinco minutos y mi explicación fue mostrando uno de los casos que tuve con un adolescente, que le costaba centrarse en los estudios.

Al finalizar la entrevista pregunté si podía hacer algo personal ante las cámaras, me contestó que sí.

 

-Mi padre en ese momento, estaba viviendo sus últimos meses de vida. Tanto él como mi madre eran espectadores de aquella entrevista a su hija, estudiante universitaria por sus propios medios.

-Y la oportunidad se presentó y tome la VIDA: Gracias papá y mamá por la vida, todo está bien.

 

-Así pude decir a la audiencia leonesa que trabajar con constelaciones familiares solo era posible, para mí, desde la reconciliación básica y esencial con mis padres, la crianza que me dieron como lo mejor que pudieron hacer.

 

-Desde ahí formarme como mujer con la nueva misión de mi vida: darme el tiempo para formarme, darme el tiempo para amar conscientemente desde los órdenes del amor y la felicidad que permanece con ello. 

 

-Siendo profesional, como psicóloga general sanitaria, como ahora me conocéis. 

Definimos nuestro método de trabajo en función de dos pilares básicos: la confianza y el trato absolutamente personalizado en sesiones grupales o individuales.